A mi me parece que el falsificador fue Alonso Fernández de Avellaneda. Gertrudis Gómez de Avellaneda es la poetisa que falleció en 1873, el mismo año que nació el autor de la generación de 98, Azorín.
Alonso Fernández de Avellaneda
Ha habido múltiples conjeturas y teorías sobre la verdadera identidad de Fernández de Avellaneda. Hace algunos años,
Martín de Riquer abrió una pista a partir de varios indicios —tics de escritura, incorrecciones y torpezas de estilo, repetidas alusiones al rosario— que denunciarían a
Jerónimo de Pasamonte, soldado y escritor que fue contemporáneo de Cervantes y combatió en Lepanto, como él, y autor de una "Vida", que no llegó a ser impresa, y que se conserva en manuscrito. En la Primera parte puede haber inspirado el personaje de Ginés de Pasamonte, el galeote, que en la segunda se metamorfosea en Maese Pedro, el titiritero.
De origen aragonés, Jerónimo de Pasamonte habría puesto su pluma al servicio de
Lope de Vega para cortar el camino a Cervantes. Con todo, como ha mostrado
Edward C. Riley, esta hipótesis carece de argumentos realmente probatorios, y es improbable desde el punto de vista estilístico, si se compara la autobiografía, que no alcanzó los honores de la impresión en el siglo XVII, del propio Pasamonte, de muy escaso nivel literario, y de la que
Foulché-Delbosc dijo que "
Pasamonte escribía tan mal como hablaba, o incluso peor", con la trabajada versión apócrifa de Avellaneda, de un estilo correcto y, en ocasiones, muy logrado. No obstante, cualquiera que sea la identificación propuesta, el prólogo de Avellaneda, atribuido por algunos a Lope de Vega, hirió profundamente a Cervantes, al invitarle a bajar los humos y mostrar mayor modestia, además de burlarse de su edad y acusarle, sobre todo, de tener «más lengua que manos», concluyendo con la siguiente advertencia: «Conténtese con su Galatea y comedias en prosa, que eso son las más de sus Novelas: no nos canse». (Adaptado de Jean Canavaggio, Cervantes en su vivir). Otra teoría sostiene que la obra fue empezada por
Pedro Liñán de Riaza, y luego fue acabada de consuno entre los amigos que Lope de Vega tenía en Toledo por entonces, el poeta
Baltasar Elisio de Medinilla y el propio Lope quizá.
Recientemente, por análisis de léxico, se ha propuesto que
Cristóbal Suárez de Figueroa sería el verdadero autor del Quijote apócrifo.
[1] Sería una venganza contra Cervantes por haberse interpuesto en sus planes de acompañar a Nápoles al Conde de Lemos, nombrado Virrey. Figueroa se desplazó a Barcelona en un intento desesperado de embarcarse con el séquito del Virrey, pero no consiguió audiencia. Rabioso por ello, deslizó en su libro España defendida unas durísimas estrofas contra Cervantes. Éste, a su vez, le satirizó en el conocido episodio de la imprenta de Barcelona, mofándose de cierto traductor de italiano y editor de sus libros.

Gertrudis Gómez de Avellaneda
Nació en la antigua Santa María de Puerto Príncipe, hoy
Camagüey,
Cuba el
23 de marzo de
1814. Pasó su niñez en su ciudad natal y residió en Cuba hasta
1836. En este año parte con su familia hacia
España.
En este viaje compuso una de sus más conocidos versos,
Al partir. Antes de llegar a España recorrió con su familia algunas ciudades del sur de
Francia especialmente en
Burdeos donde vivieron por algún tiempo. Finalmente en España se establecieron en
La Coruña. De La Coruña pasó a
Sevilla y publicó versos en varios periódicos bajo el seudónimo de La Peregrina que le ganaron una gran reputación. Es en esta ciudad donde en 1839 conoce al que será el gran amor de su vida
Ignacio de Cepeda y Alcalde joven estudiante de Leyes con el que vive una atormentada relación amorosa, nunca correspondida de la manera apasionada que ella le exige, pero que le dejará indeleble huella. Para él escribió una autobiografía y gran cantidad de cartas que publicadas a la muerte de su destinatario muestran los sentimientos más íntimos de la ecritora. Visitó
Madrid en
1840 donde hizo amistad con literatos y escritores de la época. Al año siguiente publicó exitosamente su primera colección de poemas. Después de los éxitos líricos vinieron los triunfos dramáticos. Su primera obra estrenada en Madrid en
1844 fue
Munio Alfonso, la cual fue inicio de su gran fama como dramaturga. En España escribió una serie de novelas, la más famosa
Sab (1841) que fue la primera novela abolicionista.
En 1844 conoce al poeta Gabriel García Tassara. Entre ellos nace una relación que se basa en el amor, los celos, el orgullo, el temor. Tassara desea conquistarla para ser más que toda la corte de hombres que la asedian, pero tampoco quiere casarse con ella. Está enfadado por la arrogancia y la coquetería de Tula, escribe versos que nos hacen ver que le reprocha su egolatría, ligereza y frivolidad. Pero Avellaneda se rinde a ese hombre y poco después casi la destroza. Tula está embarazada y soltera, en un Madrid de mediados del siglo XIX, y en su amarga soledad y pesimismo viendo lo que se le viene encima escribe "Adiós a la lira", es una despedida de la poesía. Piensa que es su final como escritora. Pero no será así.
En abril de 1845 tiene a su hija Maria, o Brenilde como la llama ella. Nace muy enferma y muere con siete meses de edad. Durante ese tiempo de desesperanza escribe de nuevo a Cepeda: "Envejecida a los treinta años, siento que me cabrá la suerte de sobrevivirme a mí propia, si en un momento de absoluto fastidio no salgo de súbito de este mundo tan pequeño, tan insignificante para dar felicidad, y tan grande y tan fecundo para llenarse y verter amarguras."
Son escalofriantes las cartas escritas por Tula a Tassara para pedirle que vea a su hija antes de que muera, para que la niña pueda sentir el calor de su padre antes de cerrar los ojos para siempre. Brenilde muere sin que su padre la conozca.
En
1846 se casó con don
Pedro Sabater. Al poco tiempo su esposo enfermó y apenas un año después de su matrimonio quedó viuda.
En
1850 realiza una segunda edición de sus poesías. Movida por el éxito de sus producciones y acogida tanto por la crítica literaria como por el público en
1854 presentó su candidatura a la
Real Academia Española pero prevaleció el exclusivismo imperante en la época y el sillón fue ocupado por un hombre. En 1858 estrenó su drama
Baltasar cuyo triunfo superó todos los éxitos tenidos anteriormente y lo cual compensó las contrariedades que había encontrado en su carrera.
Se casó nuevamente en
1856 con un político de gran influencia, don
Domingo Verdugo. Con él realizó un viaje por el norte de la Península y después de 23 años de ausencia regresó a Cuba en
1859. Vivió en Cuba unos cinco años. Tula, como era conocida afectuosamente por el pueblo, fue celebrada y agasajada por sus compatriotas. En una fiesta en el
Liceo de la Habana fue proclamada poetisa nacional. Por seis meses dirigió una revista en la capital de la Isla, titulada el
[1]Álbum cubano de lo bueno y lo bello (
1860). A finales de
1863 la muerte de su segundo esposo, el coronel Verdugo, acentuó su espiritualidad y entrega mística a una severa y espartana devoción religiosa. En
1864 partió de Cuba, para nunca más volver a su Patria, en un viaje a los
Estados Unidos, de allí pasó a España.
En
1865 fija su residencia en Madrid donde murió el
1 de febrero de
1873 a los 58 años de edad. Sus restos reposan en el cementerio de S. Fernando de Sevilla.
Azorín

José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo Azorín (
Monóvar,
Alicante;
8 de junio de
1873 -
Madrid,
2 de marzo de
1967)
[1] fue un
escritor español, además de novelista, ensayista y de ser el crítico literario español más importante de su tiempo.
Su padre era natural de
Yecla,
Murcia, y militaba en el partido conservador (llegó a ser alcalde, diputado y seguidor de
Francisco Romero Robledo). Ejercía de abogado en
Monóvar y poseía una importante hacienda. Su madre había nacido en
Petrer. Era una familia tradicional burguesa y acomodada. Azorín fue el mayor de nueve hermanos. Estudió bachillerato interno durante ocho años en el colegio de los
Escolapios de Yecla, etapa que refleja en sus dos primeras novelas, de fuerte contenido autobiográfico. De
1888 a
1896 cursó derecho en
Valencia, donde se interesa por el
Krausismo y el
anarquismo y se entrega a febriles lecturas literarias y políticas. Empiezan sus pinitos periodísticos. Usa los seudónimos de Fray José, en La Educación Católica de Petrer, Juan de Lis en El Defensor de Yecla etc. Escribe también en El Eco de Monóvar, El Mercantil Valenciano e incluso en El Pueblo, periódico de
Vicente Blasco Ibáñez. Casi siempre hace crítica teatral de obras de fuerte contenido social (elogia las obras de
Ángel Guimerá y
Benito Pérez Galdós o el Juan José de
Joaquín Dicenta) y ya refleja sus inclinaciones anarquistas. Traduce el drama La intrusa de
Maurice Maeterlinck, la conferencia del francés A. Hamon De la patria o Las prisiones del príncipe
Kropotkin. En
1895 Azorín publica dos ensayos, Anarquistas literarias y Notas sociales, en las que presenta al público las principales teorías anarquistas.
Se examinó en
Granada y
Salamanca, pero fue más estudiante que estudioso y más atento a las tertulias, al periodismo, al teatro, a la literatura y a los toros que a las leyes. Llegado el
25 de noviembre de
1896 a
Madrid para seguir sus estudios, se inició en medio de grandes privaciones en el periodismo republicano (
El País, de donde le echaron;
El Progreso, periódico de
Alejandro Lerroux), recibiendo sólo el apoyo de
Leopoldo Alas en uno de sus Paliques, donde trabajó como crítico, bajo los seudónimos de Cándido, en honor a
Voltaire, Ahrimán, el dios persa de la destrucción, Charivari y Este, entre otros. Poco a poco su nombre fue apareciendo cada vez más en revistas y periódicos importantes: Revista Nueva, Juventud (firmando con Baroja y Maeztu como
grupo de los Tres), Arte Joven, El Globo, Alma Española, España, El Imparcial, ABC. Al mismo tiempo va publicando folletos y libros. Escribe una trilogía de novelas autobiográficas donde ya utiliza su definitivo seudónimo, Azorín, que empezó a usar en
1904: La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo.
A partir de
1905 el pensamiento y la literatura de Azorín están ya instalados en el conservadurismo. Comienza a colaborar en ABC donde participa activamente en la vida política.
Antonio Maura, y sobre todo el ministro
La Cierva, se convierten en sus máximos valedores. Entre
1907 y
1919 fue cinco veces diputado y dos breves temporadas (en 1917 y 1919) subsecretario de Instrucción Pública.
Tenía ya una larga trayectoria en la prensa madrileña cuando se incorporó a La Vanguardia como crítico literario.
[2] Gracias al empeño del director
Miquel dels Sants Oliver, Azorín publicó, en este rotativo, cerca de 200 artículos entre
1914 y
1917.
No es de extrañar que un conspicuo representante de la cultura castellana publicara en las páginas de un diario barcelonés como La Vanguardia, ya que Barcelona fue la capital donde se impulsó y se dio a conocer, según los estudiosos, la generación del '98.
Viajó incansablemente por España y ahonda en la lectura de los clásicos del
Siglo de Oro. El directorio militar de
Primo de Rivera enfrió la actividad pública de Azorín, quien se niega a aceptar cargos políticos de manos del dictador. En 1924 es elegido miembro de la
Real Academia Española.
Cuando estalló la
Guerra Civil huyó del Madrid de la II República y con su esposa,
Julia Guinda Urzanqui, residió en Francia. Terminada la contienda, pudo regresar a España gracias a la ayuda que al efecto recibió del entonces ministro del Interior,
Ramón Serrano Suñer, a quien años más tarde (
1955) dedicó Azorín "con viva gratitud" su obra "El Pasado" (Biblioteca Nueva / Madrid).
En sus últimos años se mostró apasionado y asiduo espectador cinematográfico.